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6 de Julio de 2025 a las 14:22

Caraduras de Telde, con rostro y sin vergüenza

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Lo suyo son las fiestas. Organizar, figurar y mover los hilos de los patrocinios y las subvenciones como quien reparte cartas marcadas en una partida amañada. Todo pasa por su filtro. Todo queda en su círculo. Y, curiosamente, las cuentas de Meclasa jamás se hacen públicas. ¿Por qué será? Tal vez porque si alguien escarbara un poco, el chiringuito se le desmoronaría como castillo de arena en la orilla de Melenara.

CARADURAS DE TELDE, CON ROSTRO Y SIN VERGÜENZA

Por Maruca Sin Filtro

Hay quien representa a un barrio. Otros, lo parasitan. Y luego está Leonardo Hernández, alias “Tainchao”, eterno presidente de Meclasa, la asociación vecinal de Melenara que ni es vecinal ni representa a Melenara. Lleva décadas vendiéndose como líder social cuando, en realidad, lo suyo ha sido siempre el arte de no hacer nada y salir en la foto.

En el artículo que firma Juan Antonio Hernández en el suplemento Rostros de Telde, intentan colarnos una fábula de activismo. Una especie de Gandhi playero con guitarra, como si aquí no supiéramos de qué va el cuento. Pero Melenara no es tonta. Melenara ha visto, ha callado... y ha aguantado demasiado.

Treinta años dice llevar en esto. ¿Treinta años para qué? ¿Para tener las aceras destrozadas, las farolas fundidas y los mismos solares abandonados de siempre? Treinta años para estar de espaldas al barrio mientras posa en cada acto con una sonrisa ensayada y la croqueta en la mano.

Porque si algo le gusta de verdad al señor Hernández no es precisamente patearse el barrio o levantar la voz ante el abandono institucional. Lo suyo son las fiestas. Organizar, figurar y mover los hilos de los patrocinios y las subvenciones como quien reparte cartas marcadas en una partida amañada. Todo pasa por su filtro. Todo queda en su círculo. Y, curiosamente, las cuentas de Meclasa jamás se hacen públicas. ¿Por qué será? Tal vez porque si alguien escarbara un poco, el chiringuito se le desmoronaría como castillo de arena en la orilla de Melenara.

Su currículum real: convocar actos vacíos, leer comunicados rimbombantes y posar. Siempre posar. No hay árbol nuevo, pero hay foto. No hay sombra, pero hay nota de prensa. No hay presión vecinal real, pero hay titulares inventados.

Porque Meclasa, bajo su mando, no ha sido más que una tapadera para justificar subvenciones, mantener una red de favores y seguir figurando en el decorado del poder. Un club de amigos al servicio del político de turno, especialmente de aquellos con pasado manchado, como Aureliano Santiago, el exalcalde condenado por corrupción que aún mueve hilos desde las sombras.
Y “Tainchao” ha sido siempre su peón. Silencioso, obediente, servil.
Y no solo eso: actualmente es asesor político de Nueva Canarias en el Ayuntamiento de Telde. Cobra un sueldo público mientras sigue haciéndose pasar por “líder vecinal independiente”. Vamos, lo que viene siendo jugar en los dos bandos... y vivir de ello.

¿Y el periodista que firma la oda? Juan Antonio, un consejo: no se puede hacer periodismo con la pluma mojada en incienso. Tu artículo no es una crónica: es un panfleto. Ni rastro de contraste, ni una voz crítica, ni una pizca de honestidad. Un publirreportaje disfrazado de homenaje. ¿Dónde quedó el periodismo que pregunta incómodo? ¿Dónde quedó la obligación de contar lo que molesta?

Melenara no necesita portavoces de cartón. Necesita acción real. Necesita que se hable de los verdaderos héroes: madres que tiran del carro, abuelos que sostienen familias, jóvenes que luchan sin padrinos, comerciantes que resisten sin ayudas.

Pero, por favor, no nos vendan humo. Y no nos pongan como ejemplo a quien lleva media vida apalancado en un despacho esperando que le llamen del Ayuntamiento para renovar el chollo.

Leonardo Hernández no ha sido un rostro del barrio. Ha sido una máscara. Una careta amable para encubrir una rutina de oportunismo, postureo y servilismo político.

Y a los que aún lo aplauden, un aviso: los vecinos ya no tragan. La era de las fotos vacías y los discursos decorativos se acabó.