9 de Agosto de 2025 a las 12:52
Ángel Ramón García Jiménez: El amigo que dejó de serlo cuando la lealtad se puso a prueba.
La destitución de A. Ramón García Jiménez como jefe de Gabinete de Alcaldía de Telde no es una anécdota administrativa. Es el síntoma de una fractura política que se venía gestando en silencio. Lo que se vendía como una amistad férrea entre García y el ahora alcalde Juan Antonio Peña ha terminado en un cese fulminante por “pérdida de confianza”. Pero en Telde, cuando se rompe la confianza, no es por cortesía: es porque hay algo que no se puede seguir ocultando.
Y ese “algo” podría tener nombre y apellidos.
Las sospechas no han tardado en circular. Se habla de posibles filtraciones de información sensible a un partido político vinculado a un candidato que Ángel García ha defendido con entusiasmo en el pasado. ¿Casualidad? Difícil de creer. En política, los gestos cuentan, y García ha tenido más de uno que levanta sospechas.
No es menor el hecho de que, en la presentación de los candidatos a la alcaldía de Telde hace unos años, García decidió no acudir al acto de Juan Antonio Peña —quien en ese momento aún no era alcalde— pero sí se dejó ver en la presentación de otro aspirante, cuyo nombre aún se guarda, pero que muchos ya tienen en mente. Lo curioso es que tanto Peña como García presumían públicamente de ser grandes amigos. Esa amistad, tan aireada en redes y pasillos, parece haberse evaporado en cuanto la lealtad se puso a prueba.
Con una retribución anual de 43.575 euros, el puesto de jefe de Gabinete no es decorativo. Es estratégico. Es confidencial. Y si quien lo ocupa empieza a jugar en dos tableros, el alcalde tiene la obligación —no solo el derecho— de actuar. La resolución es tajante: sin indemnización, sin méritos acumulables, sin redención. Solo queda el recurso legal, que García podrá interponer si lo desea. Pero lo que no podrá recuperar es la credibilidad.
Y García no es el único que se mueve entre sombras. Hay otro personaje que siempre está a su lado, sin cargo oficial, sin nómina, pero con presencia constante. Un actor silencioso que aún no ha sido señalado, pero que pronto será protagonista. Porque sus tradiciones, sus movimientos y sus alianzas también saldrán a la luz. Y cuando eso ocurra, se entenderá que lo de García no fue una excepción, sino el primer capítulo de una limpieza política que apenas comienza.
La confianza, una vez rota, no se recompone con comunicados. Se reconstruye con hechos. Y en Telde, los hechos empiezan a hablar más alto que las amistades proclamadas.