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24 de Agosto de 2025 a las 12:18

Cuando la crítica se convierte en catarsis

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La romería de Melenara, celebrada el pasado sábado en la plaza de Clavellinas, dejó una estampa insólita: la ofrenda al Santo Cura de Ars y a la Virgen del Carmen se desarrolló prácticamente a oscuras, bajo la luz de la luna, debido a que buena parte de las luminarias estaban inoperativas. El hecho, recogido por el medio TeldeActualidad, ha generado una oleada de comentarios, aunque no necesariamente por el apagón en sí, sino por el tono del artículo que lo denuncia.

"Cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia"

Más allá del incidente técnico —que puede tener múltiples causas, desde picos de consumo eléctrico hasta fallos puntuales en la red— lo que llama la atención es la carga emocional con la que se redacta la crítica. El autor, vecino de la zona, no oculta su indignación. El título, “Indignación vecinal con el área que dirige Juan Francisco Artiles”, sugiere una reacción colectiva, pero el cuerpo del texto revela una voz individual, dolida, casi personal.

El artículo no recoge declaraciones de asociaciones vecinales ni testimonios organizados. Lo que sí transmite es una frustración acumulada, que encuentra en el apagón un símbolo de algo más profundo: la sensación de abandono, la expectativa no cumplida, la necesidad de que las fiestas patronales brillen —literal y figuradamente— como merecen.

En este contexto, el concejal de Cultura, Juan Martel, presente en la zona por vacaciones, se convierte en receptor involuntario de los reproches. Y el área de Alumbrado Público, dirigida por Juan Francisco Artiles, es señalada como responsable directa, sin matices ni consideraciones técnicas.

Lo que se evidencia aquí no es tanto una crítica institucional como una expresión emocional. El apagón se convierte en metáfora, y el artículo en una válvula de escape. Es legítimo que los vecinos exijan previsión y mantenimiento, pero también es necesario distinguir entre una denuncia constructiva y una descarga visceral.

La gestión pública, como cualquier otra, está sujeta a errores, pero también a contextos complejos. Y la crítica, para ser útil, debe aspirar a la precisión, no a la condena. Porque cuando la rabia escribe, la verdad puede quedar en penumbra.

El Barquero