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14 de Junio de 2025 a las 18:00

Cuando los familiares opinan más alto que la gestión

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Hay momentos en que lo que debería ser un ejercicio de libertad de expresión, se convierte en una sombra incómoda sobre lo público. Y es que en política —sobre todo en la más cercana, la municipal— no solo hablan los cargos electos. También hablan, y a veces muy alto, quienes orbitan alrededor del poder por vínculos familiares.

Recientemente, una publicación en redes sociales ha dejado perplejos a muchos ciudadanos de Telde. En ella, se mezclan alabanzas a ciertos medios locales con descalificaciones veladas hacia personas y proyectos, y se hace una defensa desmesurada del trabajo que se está realizando en determinadas áreas del Ayuntamiento.

El texto, confuso y repleto de insinuaciones, alude a una supuesta herencia desastrosa en el consistorio, a una ciudad “ridiculizada” por críticas, y a “prebendas de 30 euros y seis visitas” —una frase tan absurda como despectiva. Lo preocupante no es solo el tono, sino quién lo escribe y desde qué lugar lo hace: no se trata de un ciudadano cualquiera, sino de alguien con vínculos personales muy estrechos con quien hoy toma decisiones dentro del gobierno municipal.

Este tipo de intervenciones no ayudan. Al contrario, enturbian el debate público y generan sospechas sobre la influencia de ciertos entornos familiares en la gestión institucional. ¿Quién opina realmente? ¿Quién defiende qué? ¿Dónde acaba la expresión libre y empieza la estrategia de blindaje personal?

En una ciudad donde el clientelismo ha sido parte del paisaje durante años, este tipo de publicaciones no se leen con ingenuidad. Se interpretan —con razón— como movimientos calculados para silenciar críticas o desviar la atención de asuntos que merecen transparencia.

Los ciudadanos de Telde merecen que sus representantes hablen claro, respondan con argumentos, y no deleguen en parientes lo que deben afrontar con responsabilidad. Porque cuando el ruido viene de fuera, pero tan cerca del centro de mando, ya no se trata solo de opiniones personales: se trata de interferencias en la confianza pública.

A Telde no le hace falta más ruido en redes. Le hace falta gestión honesta, canales de diálogo abiertos y decisiones que no necesiten ser defendidas en cafés, grupos privados ni publicaciones encendidas. Porque lo que no se puede decir en rueda de prensa, probablemente no sea verdad ni justo.

El Faro