21 de Noviembre de 2025 a las 08:00
Avisado estaba: El propietario rompió el precinto y abrió de chulo… ahora que lo espera el juez, que vayan sus palmeros a animarle.

El Juzgado de Instrucción de Telde ha abierto diligencias contra Juan Francisco Naranjo, propietario de la sala de bailes La Bella Época, por un presunto delito de quebrantamiento de precinto. La historia es tan vieja como repetida: se le advirtió, se le cerró, se le precintó… y él, de chulo, volvió a abrir. Ahora la justicia le espera, y sería curioso ver si quienes le animaron entonces se atreven a acompañarle al juzgado. O si prefieren quedarse en la tertulia rancia —esa que nunca falta—, donde todo se arregla con palabras huecas y nostalgias de barra.
Antecedentes que no se borran
El Ayuntamiento decretó el cierre el 20 de marzo de 2025, tras constatar que la licencia estaba extinguida y que seguía vigente una resolución de clausura desde agosto de 2024. Los informes técnicos hablaban de deficiencias estructurales, problemas de ventilación, molestias a vecinos y carencias graves de seguridad. Nada menor: hablamos de un local que podía acoger a cientos de personas sin garantías mínimas.
La licencia, por cierto, era de los años 90 y para otro negocio. Pero Juan decidió que la Bella Época podía seguir bailando sobre papeles caducados y muros inseguros.
El chulerío frente al precinto
No bastó el cierre ni los carteles de clausura. El propietario los retiró y anunció en redes sociales la reapertura. La Policía Local levantó actas diarias para documentar la reincidencia. El Ayuntamiento calificó la actuación como “de máxima gravedad”. Y con razón: no se trata de un capricho administrativo, sino de la seguridad de quienes entran a un local que no cumple requisitos básicos.
La justicia toma el relevo
El oficio judicial, fechado el 29 de octubre de 2025, pide al Consistorio las actas posteriores al cierre y confirma que la causa está bajo la dirección del Ministerio Fiscal. El Ayuntamiento figura como denunciante. El proceso seguirá con la declaración del propietario y nuevas diligencias. Si se confirma la vulneración del precinto, las consecuencias pueden ir de multa a prisión.
La Bella Época suma así otro capítulo a su largo historial de irregularidades urbanísticas y expedientes abiertos. Y Telde, una vez más, se convierte en escenario de un pulso entre la legalidad y el chulerío.
Epílogo irónico
Avisado estaba. Se le dijo que abrir sin licencia era jugar con fuego. Lo hizo igual. Ahora que la justicia llama a su puerta, que vayan los tertulianos rancia a echarle una mano. Que se sienten con él en el banquillo, que expliquen al juez lo mismo que decían en la barra. Y si no, que sigan con su tertulia casi rancia, porque alguno se escapa… pero la Bella Época ya no.
detelde.es