16 de Enero de 2025 a las 08:00
En la política, como en el periodismo, las metáforas tienen un poder único: desvelan verdades que pocos se atreven a mencionar de forma directa. Algo de esto ocurrió recientemente en un pleno del Ayuntamiento de Telde, donde el concejal de Alumbrado lanzó un comentario sobre la posibilidad de que las ratas estuvieran dañando los cables del alumbrado público. Para cualquier ciudadano, podría ser un diagnóstico literal de un problema técnico. Sin embargo, hay quienes se dieron por aludidos, y quizá con razón.
El caso es que este comentario no solo encendió las redes, sino también la rabia de un autodenominado periodista local que, según dicen, vino de La Laguna tras un pasado que allí no le auguraba mucho futuro. En Telde, sin embargo, encontró tierra fértil para sobrevivir, no como un profesional riguroso, sino como lo que muchos describen como una rata de cloaca mediática: alguien que se dedica a morder reputaciones, roer carreras políticas y destruir, sin aportar nada positivo a la sociedad.
Este personaje, que ya era conocido en otros ámbitos por sus prácticas dudosas, parece haber encontrado en el comentario del concejal la excusa perfecta para desatar una nueva campaña de odio. Porque quien lleva años viviendo de calumnias, rumores y amenazas veladas sabe perfectamente cuándo alguien está describiendo, aunque sea sin intención, su modus operandi.
El concejal, valiente y con un tono que algunos podrían considerar políticamente incorrecto, puso en evidencia algo más profundo: en Telde hay un problema con las “ratas”, pero no solo las que dañan el cableado físico, sino también las que corroen el tejido social desde la desinformación y el acoso. Porque esas “ratas” no se esconden en las alcantarillas, sino detrás de un teclado, disfrazando sus ataques personales de noticias.
Es irónico que este supuesto periodista, que llegó de La Laguna sin demasiado brillo, haya logrado consolidarse aquí como un especialista en el arte de la amenaza y la manipulación. En otro lugar no hubiese durado, pero en Telde, gracias a un entorno permisivo y a la falta de un contrapeso mediático fuerte, ha logrado hacerse un hueco. Sin embargo, lo que está claro es que sus días de impunidad se están agotando.
La ciudadanía ya empieza a cansarse de este tipo de figuras que, en lugar de sumar al desarrollo del municipio, lo frenan con sus vendettas personales. El concejal, por su parte, ha dejado claro que no se dejará amedrentar por quienes intentan intimidar desde la mentira y el sensacionalismo.
Si algo positivo puede salir de este episodio es que, como suele pasar, las ratas tienden a delatarse solas cuando se sienten acorraladas. Y en este caso, el miedo no lo tienen los cables ni el concejal, sino quien sabe que sus días como “rey” del ruido en Telde están contados.
Es hora de que la política local y la ciudadanía dejen claro que no hay espacio para quienes pretenden destruir desde la cloaca. Porque la verdadera política, como el verdadero periodismo, no tiene miedo de enfrentar a las ratas, ya sea en los cables o en los titulares.
El Faro