22 de Noviembre de 2025 a las 18:00
En Telde, la baja médica se ha convertido en un deporte de masas. El funcionario ausente es ya un personaje habitual: partes de reposo que se repiten como mantras, pasillos vacíos y ventanillas cerradas. La sospecha no es gratuita: ¿cuántos de esos descansos son realmente necesarios y cuántos son puro teatro?
La receta que se baraja es tan clara como polémica: detectives privados. Con dinero público, claro. La Ley de Contratos del Sector Público lo permite si hay “sospechas razonables”. Y en Telde, razonables sobran. El investigador podrá seguir al trabajador por la calle, grabar cómo carga bolsas del supermercado o cómo entrena en el gimnasio. Lo único que no podrá es entrar en su casa. La intimidad, dicen, queda intacta.

El resultado: informes que pueden acabar en despidos, juicios y titulares. El trabajador podrá defenderse, sí, pero la imagen ya está creada: el Ayuntamiento vigila.
Lo curioso es que la lupa nunca apunta hacia arriba. ¿Qué pasaría si un detective siguiera a los concejales? ¿Cuántos informes revelarían incompatibilidades entre lo que dicen en el pleno y lo que hacen en la calle?
La paradoja es grotesca: se contrata a Sherlock Holmes para perseguir al administrativo de mil euros, mientras se confía ciegamente en el político que gestiona millones. Se vigila al débil y se protege al poderoso.
En tiempos de crisis de confianza, quizá el verdadero fraude no esté en la baja laboral, sino en la alta impunidad.
El Cernícalo