28 de Diciembre de 2024 a las 23:50
El balance, por tanto, es claro: dos décadas de gestión que han sido testigo de muchos discursos y pocas soluciones, un “progresismo” que no ha sabido adaptarse a las necesidades reales de Telde. Y ante esta realidad, los que tuvieron la oportunidad de cambiar las cosas deberían, por lo menos, callar y reflexionar sobre lo que pudieron haber hecho para evitar que la ciudad llegara a este punto.
Al abordar el legado de Nueva Canarias en Telde, especialmente en áreas clave como el alumbrado público, nos enfrentamos a la paradoja de un “progresismo” que ha dejado a la ciudad sumida en la ineficiencia y la desidia. La reciente polémica en el Pleno de Telde, donde el concejal de Alumbrado, Juan Francisco Artiles, tuvo que poner en evidencia la falta de acción de la portavoz de NC, Celeste López, sobre los problemas del alumbrado navideño y los fallos estructurales del servicio, es solo la última manifestación de un problema mayor: dos décadas de un supuesto “progresismo” que nunca se tradujo en avances reales para los ciudadanos.
La crítica de Celeste López a la gestión del alumbrado público, tildando de “abandonados” a los barrios durante la campaña navideña, fue recibida con dureza por Artiles, quien no solo la acusó de oportunismo, sino también de ignorar o incluso ser cómplice de las deficiencias estructurales del servicio durante los años en los que ella misma tuvo responsabilidades en el gobierno municipal. Y es que el contrato de alumbrado, aún vigente, fue aprobado en 2009, bajo la gestión de un equipo de gobierno al que pertenecían precisamente figuras de NC. Entonces, ¿qué tipo de “progresismo” es el que permitió que una ciudad tan dinámica como Telde haya arrastrado durante años un sistema de alumbrado obsoleto, con contratos insuficientes, y sin una renovación clara de infraestructuras?
El progresismo estancado de NC: La falta de visión a largo plazo
Cuando Nueva Canarias llegó al gobierno en Telde, lo hizo con el discurso del cambio y la modernización, prometiendo una ciudad más justa, igualitaria y avanzada. Sin embargo, tras más de 20 años de presencia continua en el gobierno local, su balance es más bien el de un estancamiento estructural que no ha permitido a Telde salir del atolladero. El “progresismo” de NC se ha quedado, en muchos aspectos, en las palabras vacías, en los diagnósticos que nunca llegaron a implementarse, y en los parches que solo maquillan los problemas sin abordar sus raíces.
La cuestión del alumbrado público es un claro ejemplo de ello. Tras años de gobiernos con Nueva Canarias en el poder, el servicio sigue siendo deficiente, con apagones frecuentes, infraestructura deteriorada y una evidente falta de planificación a largo plazo. Durante el tiempo que NC estuvo al mando, en lugar de abordar la modernización del servicio, se optó por prorrogar contratos caducos, apostando por soluciones temporales que, al final, no resolvieron los problemas estructurales. En 2021, cuando terminó el contrato del servicio, se optó por renovarlo en lugar de licitar uno nuevo que pudiera adaptarse a las necesidades del municipio. Es en este contexto que ahora, con la ciudad afectada por los fallos continuos, la reacción de NC resulta por lo menos contradictoria: ¿de qué sirve exigir un diagnóstico ahora, cuando la oportunidad para cambiar el rumbo ya se dejó pasar hace años?
¿Progresismo o falta de responsabilidad?
En política, las acciones son las que cuentan, no solo los discursos. El progresismo de Nueva Canarias ha quedado atrapado en una red de promesas incumplidas y decisiones políticas que, en muchos casos, han sido contrarias al bienestar de los ciudadanos de Telde. Desde el 2009, cuando NC formaba parte de la administración local, el contrato de alumbrado nunca se ajustó a las necesidades reales de la ciudad. Las deficiencias, lejos de ser una sorpresa, eran conocidas, y sin embargo no se tomaron las medidas adecuadas. Durante más de una década, los políticos de NC, con Celeste López como una de las principales figuras, tuvieron oportunidad de resolver estos problemas, pero optaron por mantener un sistema obsoleto. ¿Fue esta falta de acción una muestra de incapacidad o, más bien, de falta de voluntad política?
Este tipo de gestiones, marcadas por el desinterés por modernizar los servicios públicos y por la escasa inversión en infraestructuras, no son un reflejo de progreso, sino de una política cortoplacista que ha mantenido a Telde anclada en el pasado. La ciudad ha sufrido, entre otras cosas, por la falta de una visión estratégica que pensara en el futuro, y ahora, los mismos que durante años fueron responsables de esta situación, se atreven a criticar a los que heredaron el problema.
Una década de oportunidades perdidas
Es cierto que las últimas décadas han sido testigos de un constante cambio político en Telde, pero también de una incesante acumulación de problemas sin resolver. Los gobiernos locales de Nueva Canarias han sido responsables, en parte, de que Telde se haya quedado atrás en áreas esenciales como el alumbrado público, sin ofrecer soluciones duraderas ni proyectos de modernización. Las críticas que ahora se dirigen hacia la gestión de Artiles solo evidencian la falta de autocrítica dentro de NC, que prefiere deslindarse de su responsabilidad en el desmantelamiento de servicios básicos. Si el “progresismo” de Nueva Canarias se mide por los resultados, Telde ha sido una ciudad que, lamentablemente, ha quedado atrapada en promesas no cumplidas y decisiones políticas que no han hecho más que perpetuar la ineficiencia.
El balance, por tanto, es claro: dos décadas de gestión que han sido testigo de muchos discursos y pocas soluciones, un “progresismo” que no ha sabido adaptarse a las necesidades reales de Telde. Y ante esta realidad, los que tuvieron la oportunidad de cambiar las cosas deberían, por lo menos, callar y reflexionar sobre lo que pudieron haber hecho para evitar que la ciudad llegara a este punto.