21 de Agosto de 2025 a las 22:00
En Telde, la limpieza parece estar más presente en las notas de prensa que en las calles. Esta semana, la concejala María González Calderín nos regaló una doble entrega informativa: primero anunció con entusiasmo que ya se habían reemplazado más de 5.000 contenedores y papeleras. Luego, como quien se da cuenta de que ha barrido con la escoba sin quitarle el plástico, corrigió: se reemplazarán. Futuro. Promesa. Protagonismo.
La ciudadanía, mientras tanto, sigue esquivando bolsas de basura en las aceras, sorteando papeleras desbordadas y preguntándose si los nuevos camiones —esos 13 flamantes vehículos valorados en 1,5 millones de euros— vienen con GPS para encontrar los barrios olvidados por el servicio.
Porque sí, los camiones existen. Los vimos. Los fotografiaron. Los presentaron como si fueran Fórmula 1. Pero la limpieza, esa que no sale en ruedas de prensa ni en declaraciones institucionales, sigue sin llegar a muchas esquinas de Telde.
La nota corregida no es solo una rectificación técnica. Es un síntoma. El protagonismo político se impone sobre la gestión real. Se habla más de lo que se hará que de lo que se ha hecho. Se celebra antes de ejecutar. Se comunica antes de cumplir.
Y mientras tanto, los vecinos siguen esperando que la modernización no se quede en titulares. Que los contenedores no sean solo cifras en una nota. Que la limpieza no sea solo una promesa con fecha indefinida.
Porque en Telde, lo que hace falta no son más notas de prensa. Lo que hace falta es que la limpieza deje de ser un acto institucional y vuelva a ser lo que siempre debió ser: un servicio público que funcione.
Editorial/detelde.es