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13 de Diciembre de 2024 a las 01:00

El Belén en espacios públicos: ¿arte popular o un desorden sin permiso?

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En los últimos años, ha surgido una peculiar tendencia en nuestras plazas, parterres y jardines públicos: la instalación de belenes por parte de particulares o colectivos, quienes, con buena intención, buscan transmitir el espíritu navideño. Sin embargo, estas iniciativas no siempre están a la altura de lo que se espera en términos estéticos o legales, generando indignación entre algunos ciudadanos, como lo reflejan las imágenes enviadas por nuestros lectores.

Los ejemplos sobran. Desde el Patronato hasta La Sal en La Garita o la Pardilla, la proliferación de belenes improvisados ha levantado más que un par de cejas. Muchos de estos montajes, realizados sin la mínima planificación, revelan un diseño caótico, materiales inadecuados y una clara falta de armonía con los espacios donde se ubican. Aunque el propósito detrás de estas instalaciones puede ser noble, la ejecución deja mucho que desear.

¿Permiso o apropiación indebida?

Una de las principales preocupaciones de los vecinos es si estas personas han solicitado el debido permiso al ayuntamiento para utilizar espacios públicos de esta manera. Los parterres y jardines son bienes comunes que todos compartimos, y su uso debe estar regulado para garantizar que no se afecten ni el paisaje urbano ni el mantenimiento de estos lugares.

¿Quién se encarga de limpiar cuando las figuras quedan olvidadas al terminar las festividades? ¿Qué pasa con los desperfectos ocasionados por quienes, en su afán de decorar, manipulan plantas o deterioran el entorno? Estas son preguntas legítimas que los ciudadanos han comenzado a plantearse, especialmente cuando los belenes no cumplen con un estándar mínimo de calidad estética o funcionalidad.

Un llamado al buen gusto (y a la legalidad)

Si bien el arte popular tiene un valor intrínseco y la tradición de los belenes es una parte importante de nuestra cultura, esto no debe ser una excusa para la improvisación y el mal gusto. Los belenes en espacios públicos deberían ser un motivo de orgullo y no un elemento discordante que desentone con el entorno.

Las autoridades locales deben intervenir con claridad. Por un lado, sería oportuno establecer un sistema de permisos para regular este tipo de instalaciones. Por otro lado, se podrían fomentar concursos o iniciativas que premien los mejores belenes, incentivando así la creatividad y el respeto por los espacios públicos.

En lugar de llenar nuestros jardines con figuras desordenadas y materiales inapropiados, hagamos un esfuerzo por rescatar la belleza de nuestras tradiciones, honrando el espacio que compartimos como comunidad. Y, sobre todo, no olvidemos que la Navidad también es una oportunidad para practicar el respeto y la consideración por los demás.