10 de Diciembre de 2025 a las 16:00
En Telde, los símbolos nunca son inocentes. El Parque Urbano de San Juan, espacio de encuentro y convivencia, alberga desde hace años un busto de Ernesto “Che” Guevara. Para algunos, representa la épica revolucionaria; para otros, es un recordatorio incómodo de fusilamientos, persecuciones y prácticas represivas que chocan con los valores democráticos que hoy defendemos.

El escritor teldense Julio César González Padrón, autor de más de quince obras publicadas y voz reconocida en la vida cultural de la ciudad, ha decidido insistir. Por segunda vez ha registrado un escrito ante el Ayuntamiento solicitando la retirada o traslado de la figura. No se trata de un gesto aislado: es la reiteración de una demanda que busca abrir debate público y someter a pleno municipal un asunto que, por su carga simbólica, merece ser discutido con transparencia y voto democrático.
González Padrón argumenta que el busto no guarda relación con la memoria democrática española ni con la Ley 20/2022 de Memoria Democrática. Recuerda, además, que la figura del “Che” está asociada a episodios de represión contra disidentes y colectivos vulnerables, como los homosexuales, lo que convierte su presencia en un parque urbano en una contradicción con los principios de igualdad y respeto que deben inspirar nuestros espacios públicos.
La propuesta no se limita a la retirada. El escritor plantea alternativas: resignificar el busto mediante una placa contextualizadora que informe sobre las luces y sombras del personaje, o someter su permanencia a consulta ciudadana. En definitiva, abrir el debate a la sociedad y no dejar que un símbolo divida silenciosamente a la comunidad.
La polémica sobre el busto del “Che” en Telde es un espejo de cómo gestionamos nuestra memoria colectiva. ¿Debe un espacio público rendir homenaje a figuras que generan controversia? ¿O debemos contextualizar, explicar y resignificar para que el pasado no se convierta en un agravio presente?

Lo cierto es que, con esta segunda llamada de atención, González Padrón coloca de nuevo el tema en la agenda municipal. Y lo hace desde la doble legitimidad de ciudadano y escritor, recordándonos que la convivencia democrática también se juega en los detalles: en los símbolos que elegimos, en las memorias que decidimos preservar y en las voces que se atreven a cuestionar lo establecido.
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