30 de Septiembre de 2023 a las 02:38
En pleno siglo XXI, cuando la tecnología y la conectividad deberían ser sinónimos de progreso y modernidad, la realidad en Telde es otra bien distinta. Las operadoras de telefonía, en su afán de expandir sus servicios, han transformado nuestro municipio en un laberinto de cables aéreos que afean nuestra ciudad y su entorno. Es hora de detener este desastre visual y poner fin a esta aberración urbana.
En primer lugar, cabe destacar que la proliferación de cables aéreos por las calles de Telde no solo afecta la estética de la ciudad, sino que también representa un riesgo para la seguridad pública. Estos enredos de cables son un peligro latente, especialmente en situaciones climáticas adversas, cuando pueden caer y causar accidentes o interrupciones en los servicios esenciales.
Pero el problema va más allá de la seguridad. ¿Cómo es posible que en pleno siglo XXI, con la tecnología disponible, las operadoras sigan instalando cables aéreos en lugar de optar por soluciones subterráneas? La falta de planificación y visión a largo plazo es evidente. Otros municipios han logrado enterrar sus cables, proporcionando una infraestructura más limpia y segura. Telde, por el contrario, parece estar atrapada en el pasado.
El impacto visual es innegable. Los cables aéreos cruzan nuestras calles, obstaculizan nuestra vista y arruinan la belleza natural de Telde. Esto no solo afecta la calidad de vida de sus habitantes, sino que también disuade a visitantes y turistas, lo que a su vez impacta negativamente en la economía local.
Es hora de que las autoridades municipales exijan a las operadoras de telefonía que se responsabilicen de esta situación. Deben establecerse regulaciones estrictas que promuevan la instalación de cables subterráneos y sancionar a las empresas que continúen desfigurando nuestra ciudad con cables aéreos.
En conclusión, Telde merece un futuro más limpio, seguro y estéticamente agradable. Las operadoras de telefonía deben dejar de imponer su desorden cableado y asumir su responsabilidad en la construcción de una ciudad moderna y atractiva. Es hora de parar este desastre urbano y dar paso a una Telde del siglo XXI que todos podamos disfrutar y sentirnos orgullosos de llamar hogar.