23 de Septiembre de 2024 a las 09:00
La situación del taxi en Telde ha llegado a un punto insostenible, y el alcalde Juan Antonio Peña ha decidido poner fin a una serie de abusos que han perjudicado tanto a los usuarios como a la imagen del municipio. Tras meses de quejas por la escasez de taxis en las calles y la clara dejadez de una parte del sector, el Ayuntamiento ha tomado una decisión firme: la imposición de turnos obligatorios. Esta medida busca no solo garantizar un servicio adecuado, sino también acabar con una situación de impunidad que ha favorecido a quienes, anteponiendo su propio interés, han ignorado las necesidades de los ciudadanos.
En los últimos tiempos, se ha vuelto evidente que muchos taxistas han preferido abandonar las calles de Telde para concentrarse en áreas más rentables, como el aeropuerto de Gran Canaria. Esto ha dejado al municipio desatendido, creando largos tiempos de espera para los usuarios y frustración entre quienes dependen del transporte público. ¿Por qué ha sido necesario que el alcalde dé un golpe en la mesa para solucionar lo que debería ser un servicio público básico? ¿Acaso el sector del taxi cree que puede seguir actuando sin cumplir con la normativa y la responsabilidad que conlleva explotar una licencia municipal?
No es la primera vez que surgen denuncias sobre el comportamiento de algunos profesionales del taxi en Telde. Según diversos medios locales, como Radio Aventura, parte del problema radica en que estos conductores han encontrado un filón en el aeropuerto, abandonando sus obligaciones dentro del municipio. Y aunque es comprensible que cada trabajador busque maximizar sus ganancias, es inaceptable que esto se haga a costa de dejar a la ciudadanía desatendida.
La medida de imponer turnos obligatorios, tal como se detalla en el reciente decreto del Ayuntamiento, responde a una realidad urgente. Con 233 licencias municipales en el municipio, no debería ser tan difícil asegurar una distribución equitativa del servicio. Sin embargo, ha hecho falta un consenso forzado para llegar a esta solución. La estructura de turnos rotatorios, con una obligatoriedad de trabajar cada 18 días en horario de tarde, no parece una imposición desmesurada. Más bien, parece una respuesta lógica y proporcionada a una problemática que ha sido ignorada durante demasiado tiempo.
Es necesario señalar que no todos los taxistas son responsables de este deterioro en el servicio. Muchos cumplen con su trabajo de manera diligente y respetuosa, y también sufren las consecuencias del mal hacer de otros. No obstante, el sector en su conjunto debe asumir su parte de culpa y trabajar en conjunto para recuperar la confianza de los usuarios. La imagen de un servicio ineficaz y desorganizado solo contribuye a empeorar la percepción de los taxis frente a otras alternativas de transporte, como las plataformas de vehículos de alquiler con conductor (VTC), que ganan terreno cada día.
El Ayuntamiento de Telde, con esta medida, no solo está respondiendo a las demandas de los ciudadanos, sino que también está velando por la sostenibilidad del sector a largo plazo. La implantación de turnos garantiza una mejor organización, y se espera que, con el tiempo, este sistema reduzca los costes operativos y optimice la utilización de los taxis disponibles. De no haberse adoptado esta decisión, el caos que ya sufría el sector hubiera continuado, llevando a una espiral descendente tanto en la calidad del servicio como en la viabilidad económica del mismo.
Por otro lado, hay que reconocer que el decreto también muestra cierta flexibilidad. Se prevén ajustes en función de eventos especiales o necesidades puntuales del servicio, lo que refleja una intención de trabajar conjuntamente con el sector para encontrar soluciones adaptativas. No obstante, esta flexibilidad no debe ser interpretada como una puerta abierta a futuras manipulaciones por parte de quienes ya han demostrado su capacidad para esquivar sus responsabilidades.
El alcalde Juan Antonio Peña ha hecho bien en decir basta. Telde no puede seguir siendo rehén de unos pocos taxistas que no cumplen con su deber y que buscan maximizar sus beneficios a costa de los derechos de los usuarios. Las medidas adoptadas son necesarias y justas, y el sector del taxi debe entender que la época de la impunidad ha terminado. Ahora, es el momento de que todos los actores implicados trabajen para ofrecer el servicio que la ciudadanía merece. Si no, habrá que preguntarse seriamente si el modelo actual es viable o si es necesario un cambio más profundo en la gestión de las licencias de taxi en el municipio.