5 de Abril de 2024 a las 23:57
La reciente controversia en torno al uso del local social del barrio de La Herradura, en Telde, evidencia una lamentable falta de respeto hacia las autoridades municipales y, más específicamente, hacia el concejal de Urbanismo, quien debe ejercer una mano firme en este asunto. La presidenta del colectivo vecinal, Moneiba Ramos González, ha salido al paso de las acusaciones de irregularidades por parte del Ayuntamiento, defendiendo un uso del local que dista mucho de ser el adecuado para el bienestar de la comunidad.
Resulta preocupante cómo la señora Ramos intenta justificar el uso del local como una simple cantina, desviándose del propósito original de los locales sociales, que es promover el bienestar y la cohesión comunitaria. Es inaceptable que un espacio destinado al interés general de los vecinos sea convertido en un negocio privado, donde algunos buscan lucrarse a expensas del erario público.
Resulta aún más alarmante la afirmación de la señora Ramos de que el local pertenece a la comunidad de vecinos y no al Ayuntamiento. Es importante recordar que los locales sociales son propiedad pública y deben ser gestionados en beneficio de toda la comunidad, no para satisfacer los intereses particulares de unos pocos. El intento de apropiación indebida de un bien público es un acto que debe ser condenado enérgicamente.
Es especialmente decepcionante que la señora Ramos haya mencionado otras cantinas que se han abierto en locales sociales de Telde a lo largo de las últimas tres décadas. Esto demuestra una falta de respeto hacia las autoridades municipales y una clara intención de normalizar prácticas ilegales que perjudican a toda la comunidad.
Es hora de que las autoridades municipales tomen medidas firmes para garantizar el uso adecuado de los recursos públicos y proteger los intereses de la comunidad. No podemos permitir que unos pocos se aprovechen de bienes que pertenecen a todos los ciudadanos. La transparencia y la legalidad deben ser los pilares sobre los que se construya una sociedad justa y equitativa.
El Faro