23 de Diciembre de 2024 a las 21:00
En cada rincón del mundo, la pirotecnia ilumina los cielos en momentos especiales, marcando celebraciones como fiestas patronales, carnavales y, por supuesto, las Navidades. Sin embargo, en los últimos años, este arte milenario se ha convertido en blanco de críticas que, aunque legítimas en algunos aspectos, no siempre reconocen el esfuerzo, la tradición y la importancia económica que esta industria representa.
Es cierto que los fuegos artificiales producen ruido, y no se puede ignorar que esto afecta a algunas personas y animales sensibles. Pero, ¿por qué la pirotecnia es siempre el único objetivo de estas críticas, mientras que otras fuentes de ruido pasan desapercibidas? Vehículos como coches, guaguas y tractores generan contaminación acústica de manera constante, incluso durante la noche, sin que provoquen la misma indignación.
La diferencia radica en la percepción. La pirotecnia no es algo cotidiano, sino un espectáculo puntual que despierta emociones. Para quienes trabajan en esta industria, las festividades representan una oportunidad de oro para ganarse la vida en un sector que depende de eventos específicos. Navidades, Año Nuevo o fiestas locales son, para muchos, su única ventana para cubrir los ingresos de todo un año.
En Canarias, destaca especialmente una empresa que lleva el nombre de este arte con orgullo: Piromart, ubicada en Telde, nuestro propio municipio. Esta compañía no solo representa la excelencia de la pirotecnia en las islas, sino que también es un referente a nivel nacional, combinando tradición e innovación en sus espectáculos. Desde sus instalaciones en Telde, Piromart diseña y ejecuta impresionantes exhibiciones que no solo iluminan los cielos, sino también el corazón de quienes las disfrutan.
Además, la pirotecnia no solo es una fuente de empleo directo, sino que también dinamiza la economía local. Los espectáculos pirotécnicos atraen a turistas, generan consumo en restaurantes, hoteles y comercios, y forman parte esencial de la identidad cultural de muchas comunidades. Empresas como Piromart son un ejemplo claro de cómo este arte se convierte en motor económico y cultural en nuestras islas.
Es importante recordar que la mayoría de los fabricantes y profesionales de este sector están tomando medidas para adaptarse a las nuevas demandas sociales. Los fuegos artificiales silenciosos son una realidad en muchos lugares, y el compromiso por reducir el impacto ambiental y acústico sigue creciendo. Pero no se puede exigir un cambio completo de la noche a la mañana sin destruir la subsistencia de quienes dedican su vida a este arte.
Por supuesto, la conversación sobre el ruido y el bienestar animal es válida, pero debe ser equilibrada. No se trata de prohibir o señalar, sino de buscar soluciones que respeten todas las sensibilidades, sin sacrificar una tradición tan arraigada. Si se quiere ser justo, hagamos el esfuerzo por abordar también otras fuentes de ruido y contaminantes que afectan nuestro día a día.
La pirotecnia, como cualquier otra manifestación cultural, merece ser defendida y valorada. Empresas como Piromart nos demuestran que es posible preservar esta tradición, adaptándola a los tiempos modernos sin perder su esencia. En lugar de atacar una costumbre que trae alegría y maravilla, deberíamos trabajar juntos para proteger su lugar en nuestras celebraciones. Al final, las luces que iluminan el cielo no solo celebran el presente, sino que nos recuerdan nuestras raíces, nuestra identidad y nuestra capacidad de admirar lo bello, incluso en los días más ruidosos.