7 de Agosto de 2025 a las 09:00
Las Fiestas de Las Nieves 2025 han convertido a Lomo Magullo en el epicentro del folclore, la verbena y el gasto público sin freno. Lo que debería ser una celebración comunitaria se ha transformado en un despliegue logístico y económico que levanta más preguntas que aplausos.
Policía, bomberos, ambulancias, personal municipal, escenarios, luces, sonido, artistas, concursos, brindis, pancartas… ¿Quién paga todo esto? Pues tú, yo, el Cabildo, el Ayuntamiento, Gestel, y algún empresario generoso que aparece en todos los carteles, pero nunca en los balances.
El misterio del dinero que entra y el que sale
La falta de transparencia es alarmante. No hay cifras claras sobre el coste total de las fiestas, ni sobre las aportaciones privadas ni públicas. Lo que sí se percibe es que quien organiza y reparte, se lleva la mejor parte. Cuando el concejal que impulsa la fiesta también gestiona una empresa pública, y además reparte contratos, escenarios y aplausos, la línea entre lo público y lo privado se difumina peligrosamente.
Un mapa fiestero que no entiende de prioridades
Lomo Magullo no es el único barrio que se viste de gala. Lomo Cementerio, El Goro, El Calero, Melenara, Jinámar… todos celebran con entusiasmo, pero también con presupuestos que nadie explica. Mientras tanto, las calles siguen rotas, las asociaciones de vecinos abandonadas que solo abren para fiestas, los servicios sociales colapsados y los vecinos invisibles para el Ayuntamiento… salvo cuando hay que cortar la calle para montar el escenario.
¿Dónde está el control? ¿Dónde están los datos?
Los empresarios colaboran, sí. Pero ¿cuánto aportan? ¿A quién? ¿Con qué condiciones? ¿Y cuánto pone el Ayuntamiento a través de Gestel? ¿Dónde está el desglose? ¿Dónde está el portal de transparencia? Porque aquí lo único transparente parece ser el vaso de ron que se sirve alguno en cada verbena.
Fiesta sí, pero con cabeza
Las fiestas son cultura, tradición y comunidad. Pero también deben ser responsables, equilibradas y transparentes. No se puede convertir cada barrio en un festival mientras se ignoran las necesidades reales. Y no se puede permitir que los gestores públicos se conviertan en promotores privados con dinero de todos.
Desde esta columna, Maruca sin filtro lo dice claro:
“La fiesta está muy bien, pero que no nos tomen por bobos. Queremos alegría, sí… pero también cuentas claras, prioridades sensatas y barrios que brillen todo el año, no solo cuando hay verbena.”
Por Maruca sin filtro