8 de Marzo de 2025 a las 08:00
El pasado 6 de marzo de 2025, el Ayuntamiento de Telde celebró con pompa y circunstancia la clausura de los Programas de Formación en Alternancia con el Empleo (PFAE), en los que 75 alumnos fueron formados durante 11 meses en diversas especialidades. El acto contó con la presencia del alcalde, Juan Antonio Peña, y la concejala de Desarrollo Local, Nayra Navarro, quienes no escatimaron en elogios hacia el programa y sus participantes. Sin embargo, tras la fanfarria y los discursos de autocomplacencia, surge una pregunta incómoda pero necesaria: ¿de qué sirve formar a 75 personas si el Ayuntamiento no les ofrece una oportunidad laboral real al finalizar el programa?
Los PFAE, financiados con dinero público, se presentan como una herramienta clave para el desarrollo local y la inserción laboral. En teoría, suenan bien: formación teórica y práctica, contratos laborales durante el proceso y la promesa de un futuro profesional prometedor. Pero la realidad es muy distinta. Telde, un municipio que necesita urgentemente más trabajadores en sus filas, parece preferir gastar recursos en formar a personas para luego dejarlas en el limbo laboral, en lugar de invertir directamente en la contratación de personal que cubra las necesidades reales de la administración local.
Es paradójico que, mientras el Ayuntamiento celebra la formación de 75 nuevos profesionales en áreas como atención sociosanitaria, mantenimiento eléctrico, sistemas informáticos y promoción turística, siga recurriendo a empresas externas para cubrir servicios que podrían ser desempeñados por estos mismos egresados. Estas empresas, por cierto, suelen cobrar el doble por un trabajo que los recién formados podrían hacer a un coste mucho menor y con mayor compromiso hacia la comunidad. ¿Dónde está la lógica en gastar dinero público en formación si no se aprovecha el talento local generado?
El alcalde, Juan Antonio Peña, habló de "una nueva etapa en el mundo laboral" para los alumnos, pero omitió mencionar cuántos de ellos tendrán realmente la oportunidad de trabajar en el Ayuntamiento o en el sector público. Por su parte, Nayra Navarro destacó la importancia de los PFAE para el desarrollo local, pero no explicó cómo se garantizará que estos 75 nuevos profesionales no terminen engrosando las listas del desempleo o emigrando a otros municipios en busca de oportunidades que Telde no les brinda.
Este tipo de programas, aunque bienintencionados, se convierten en un ejercicio de futilidad si no van acompañados de una estrategia clara de inserción laboral. Formar a personas sin ofrecerles un futuro laboral es como construir una casa sin cimientos: puede parecer impresionante al principio, pero está destinada a derrumbarse. Y mientras tanto, el dinero público sigue fluyendo hacia iniciativas que, en lugar de resolver problemas, los perpetúan.
Es hora de que el Ayuntamiento de Telde deje de gastar recursos en formaciones que no garantizan empleo y empiece a invertir en contratar directamente a los trabajadores que tanto necesita. No tiene sentido formar a decenas de personas en atención sociosanitaria, por ejemplo, si luego se externalizan estos servicios a empresas privadas. El dinero público debería destinarse a crear puestos de trabajo estables y de calidad, no a financiar programas que, al final del día, no ofrecen más que una ilusión de progreso.
En definitiva, los PFAE pueden ser una herramienta útil, pero solo si van acompañados de un compromiso real por parte de las instituciones para integrar a los egresados en el mercado laboral. De lo contrario, no son más que un derroche de recursos y una burla para quienes confían en ellos como una puerta hacia un futuro mejor. Telde tiene la oportunidad de demostrar que realmente apuesta por su gente, pero para ello debe dejar de lado la retórica vacía y empezar a actuar con coherencia y responsabilidad.