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22 de Agosto de 2025 a las 12:54

Jazz, glamour... ¿y una madriguera de irregularidades?

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El próximo 19 de septiembre, Telde se vestirá de gala para acoger el evento “Cotton Club Night”: jazz en vivo, soul food, cócteles de autor y un precio que no escatima en ambición —70 euros por cabeza. Pero el verdadero protagonista no es la música, ni el menú, ni el cartel. Es el escenario: la finca “La Suerte Grande”, un espacio que, según fuentes vecinales y urbanísticas, no cuenta con licencia para celebrar eventos multitudinarios. Y lo más surrealista: está justo detrás del flamante edificio nuevo del Ayuntamiento de Telde.

 El Conejo de la Suerte

Aquí es donde la historia se vuelve casi caricaturesca. El propietario de la finca, conocido por sus más allegados como el apodo que recuerda al personaje de Alicia en el País de las Maravillas, aunque en Telde tiene más que ver con la estación  multiservicio ilegal en El Cubillo— parece haber encontrado su madriguera perfecta. Y como la finca se llama “La Suerte”, no faltan quienes, entre risas y sarcasmo, lo llaman “el Conejo de la Suerte”, como aquel mítico Bugs Bunny de los Looney Tunes. Solo que aquí, en vez de zanahorias, se sirve soul food, y en vez de dibujos animados, hay jazz en suelo rústico.

 ¿Legalidad en clave menor?

La pregunta no es si el jazz merece sonar en Telde —por supuesto que sí—, sino si puede hacerlo en un recinto que, por normativa, no debería ni existir como tal. ¿Quién firmará el plan de seguridad de una fiesta en terreno agrícola? ¿Quién se atreverá a avalar la presencia de cientos de asistentes en un espacio que no cumple con los requisitos legales?

La cercanía al Ayuntamiento no es solo física, es simbólica. ¿Cómo puede pasar desapercibido un evento de tal magnitud justo detrás de las oficinas municipales? ¿Quién está mirando hacia otro lado? ¿Quién se beneficia de esta permisividad?

Cultura sí, pero sin trampas

Telde necesita más cultura, más música, más espacios de encuentro. Pero no a costa de la legalidad ni del sentido común. No se puede permitir que el jazz suene más fuerte que la justicia. Porque si no hay licencia, no hay seguridad. Y si no hay seguridad, cualquier incidente puede convertirse en tragedia.

Así que mientras el “Conejo de la Suerte” se prepara para su noche de gala, la ciudadanía espera respuestas. Porque la cultura no debería ser una excusa para saltarse las normas, sino una razón más para respetarlas.

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