21 de Agosto de 2025 a las 13:29
Cada foto de la concejala María González Calderín junto a sus flamantes camiones es un canto al postureo político. Bajo la atenta mirada del alcalde Juan Antonio Peña, que “le ríe la gracia” mientras consulta a diario los mensajes de WhatsApp de vecinos hastiados, se ha celebrado por tercera vez el mismo espectáculo: la presentación de una maquinaria que, a juzgar por el estado de nuestras calles, nunca llegó para limpiar.
En enero de este año, vimos la primera entrega de barredoras y contenedores; en marzo, la segunda, con furgonetas eléctricas y tractores de playa; y hoy jueves , 13 camiones nuevos valorados en casi 5 millones de euros. Tres actos, tres puestas en escena y un denominador común: Telde sigue cubierta de basura, escombros y vertidos ilegales.
Detrás de cada selfie con flash, no existe un cronograma real de rutas, refuerzos de brigadas ni un dispositivo sancionador que disuada a los infractores. Es como si lanzaran máquinas al vacío: sin operadores suficientes y sin una vigilancia eficaz, esos camiones circulan a diario de largo ante montañas de residuos. El alcalde, que proclama en sus redes conocer de primera mano cada queja ciudadana, no ha movido un dedo para exigir resultados, quedando convertido en cómplice de esta pantomima municipal.
Los vecinos de barrios y playas han empezado a organizar asambleas espontáneas: denuncian que las guaguas paran junto a montones de basura, que las papeleras explotan y que los móviles arden de mensajes sin respuesta. Reclaman datos abiertos, auditorías ciudadanas de los contratos públicos y sanciones ejemplares. Mientras tanto, la concejala vuelve a subir al estrado, el alcalde suelta una carcajada complaciente y los propios camiones se convierten en el mejor altavoz de una gestión vacía.
Telde merece algo más que un álbum de fotos con camiones ecológicos. Necesita voluntad política para dotar de personal y planificar rutas, tecnología para monitorizar vertidos y un marco de participación vecinal que transforme el escándalo de cada presentación en un compromiso de limpieza sostenido. Hasta entonces, seguiremos firmando “El Cernícalo” bajo montones de basura y titulares que prometen lo imposible.
Por El Cernícalo.