21 de Septiembre de 2023 a las 02:41
Pero, ¿qué ha hecho realmente el Padre Cabrera para merecer tal revuelo? La respuesta parece ser: nada. Su traslado es una decisión administrativa que debería ser respetada.
En los últimos tiempos, hemos sido testigos de una serie de eventos que ponen de manifiesto la doble moral y la hipocresía que prevalecen entre los feligreses de la Basílica de San Juan y La Garita en Canarias. Las acciones emprendidas por un grupo de parroquianos para detener el traslado del sacerdote José María Cabrera de la Basílica de San Juan a Tafira son dignas de una crítica severa.
Resulta asombroso cómo estos feligreses han montado un escándalo divino, con recogida de firmas y reuniones infructuosas con el Obispo José Mazuelos Pérez, todo porque el sacerdote Cabrera está siendo destinado a una nueva parroquia en Tafira. Pero, ¿qué ha hecho realmente el Padre Cabrera para merecer tal revuelo? La respuesta parece ser: nada. Su traslado es una decisión administrativa que debería ser respetada.
Sin embargo, la ironía de la situación se hace aún más evidente cuando consideramos el caso del Padre Fernando Baeza Santana, conocido cariñosamente como Padre Báez. Este sacerdote ha sido mantenido alejado de su comunidad durante más de dos años por razones que nunca se han aclarado completamente. La justicia ha respaldado su posición, demostrando que su encarcelamiento eclesiástico es injusto. ¿Dónde están los mismos feligreses que alzan la voz en defensa del Padre Cabrera cuando se trata del Padre Báez?
El Padre Báez ha dedicado muchos años de su vida a servir a la comunidad y a realizar una labor encomiable en la región. A pesar de esto, parece que solo unos pocos amigos se han levantado para defenderlo. Es hora de que la comunidad eclesiástica reflexione sobre sus prioridades y valores. ¿No deberíamos estar luchando por la justicia y la igualdad en lugar de darle más importancia a las rivalidades parroquiales?
En resumen, la hipocresía de los feligreses de la Basílica de San Juan y La Garita es evidente. Mientras montan un escándalo por un simple traslado de sacerdote a Tafira, permanecen en silencio cuando un miembro valioso de su comunidad es injustamente marginado. Tal vez sea hora de considerar nombrar al Padre Báez como párroco de San Juan Bautista y centrarnos en lo que realmente importa: la justicia y la unidad en la fe.
El Faro