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8 de Noviembre de 2024 a las 00:49

La indiferencia del Cabildo y AEGORO hacia la dignidad de Telde

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Un desprecio a la identidad y la institucionalidad de nuestro municipio.

La conmemoración del 30 aniversario de la Asociación de Empresarios del Parque Empresarial El Goro (AEGORO), celebrada en la histórica ermita de San Pedro Mártir, lejos de ser un homenaje adecuado, se convirtió en un acto de desdén y falta de respeto hacia Telde y sus instituciones. No solo parece impropio, sino claramente insensible, que esta celebración coincidiera con el solemne acto de honores y distinciones organizado por el Ayuntamiento de Telde en el Teatro Juan Ramón Jiménez, un evento cargado de profunda emoción y respeto hacia nuestra historia, cultura y espíritu comunitario.

¿Es que acaso los organizadores de AEGORO y las autoridades del Cabildo, como el presidente Antonio Morales y la consejera Minerva Alonso, no consideraron el simbolismo y la importancia de un acto tan relevante para nuestra comunidad? Parece que para ellos es más fácil honrar a quienes gestionan los fondos de todos los grancanarios en beneficio de un sector particular que mostrar el respeto que merece una celebración que simboliza 673 años de historia de Telde.

Para añadir sal a la herida, estos reconocimientos fueron otorgados a personas y entidades que, si bien han aportado a la modernización de El Goro, no han puesto un solo euro de sus propios bolsillos en la infraestructura, calles, limpieza y desarrollo del polígono empresarial. Todas esas mejoras y avances, que se presentan como logros de los homenajeados, se han financiado con el dinero de los contribuyentes grancanarios, canalizado por el Cabildo. Resulta irónico que se les premie, mientras miles de ciudadanos en Gran Canaria necesitan un apoyo similar y ven cómo los recursos que deberían distribuirse equitativamente terminan privilegiando a un sector concreto.

Esta situación no solo demuestra una falta de visión sino, peor aún, un desprecio hacia los valores que encarna el municipio de Telde. El acto en el Teatro Juan Ramón Jiménez fue mucho más que una entrega de galardones: fue una reafirmación de la identidad de Telde, una expresión de gratitud y reconocimiento a aquellos hijos e hijas que engrandecen la ciudad con su talento, dedicación y generosidad. Sin embargo, esta trascendencia parece haber sido minimizada o, peor aún, ignorada por los responsables del evento de AEGORO y sus invitados de honor. Mientras en el teatro se celebraba a los verdaderos pilares de la comunidad, en El Goro se brindaba por el supuesto “éxito empresarial”, en un acto que no representa el esfuerzo de Telde ni sus valores.

El alcalde Juan Antonio Peña, con justificada indignación, debe sentirse defraudado por la indiferencia mostrada hacia una ceremonia que honra no solo a individuos destacados sino al espíritu de todo un municipio. El respeto institucional no es un capricho ni una formalidad; es la base de una comunidad unida y es, precisamente, el sentido de pertenencia y el respeto por las raíces de una ciudad lo que permite que avancemos como sociedad. Celebrar en el mismo momento dos eventos tan opuestos en su esencia, uno enalteciendo el valor empresarial con recursos de todos y otro conmemorando a aquellos que dan vida y esencia a Telde, es una falta de sensibilidad que debería llevar a una profunda reflexión a quienes están a cargo de tomar decisiones en el Cabildo y AEGORO.

Los ciudadanos de Gran Canaria no deben olvidar que son sus impuestos los que han permitido la mejora de El Goro, y que mientras se premia a figuras como Antonio Morales y Minerva Alonso por su “compromiso”, existen necesidades urgentes en otros municipios y zonas de la isla. El progreso de El Goro, en vez de ser mostrado como un “éxito” personal de las autoridades, debería entenderse como un derecho de los ciudadanos que, gracias a su aportación fiscal, deberían ver mejoras no solo en áreas industriales específicas, sino también en sus propios barrios y comunidades.

AEGORO y el Cabildo han perdido la oportunidad de actuar con respeto y consideración hacia el significado de Telde y hacia sus instituciones. Este gesto de desprecio debería ser una llamada a la responsabilidad y la ética en la administración de los recursos públicos. Desde aquí, exigimos que se tomen en serio la integridad de nuestras instituciones y que, en futuras ocasiones, se muestren más conscientes de las implicaciones de sus acciones.

Por El Faro