11 de Noviembre de 2025 a las 13:00
Una exclusiva más de Radio Aventura Siglo 21. El testimonio estremecedor del vecino de Telde que estuvo al borde de la muerte tras una picadura de carabela portuguesa se escuchó este lunes en el programa Carmelo Martín & Cía. Y lo que reveló no solo sacude conciencias: exige explicaciones.

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En pleno agosto de este año, con la playa de Melenara abarrotada de bañistas, una especie altamente peligrosa fue avistada en el agua. No se cerró la playa. No se emitieron alertas. No se activaron protocolos. El resultado: diez días en la UCI, órganos vitales paralizados, y un diagnóstico sin precedentes en Canarias. Pero lo más grave no es solo lo que le ocurrió a él: es lo que pudo haberle ocurrido a cualquiera.
Miles de personas acudieron a Melenara durante esos días. Familias, niños, turistas. Y nadie fue advertido. ¿Por qué?
Porque había fiestas.
Porque alguien decidió que los fuegos artificiales, los chiringuitos y la música eran más importantes que la vida humana. Porque se priorizó el espectáculo sobre la seguridad. Porque se miró hacia otro lado.
¿En manos de quién estamos?
¿Quién tomó esa decisión? ¿Quién calló? ¿Quién pensó que era mejor no “reventar las fiestas” aunque eso implicara poner en riesgo a miles de bañistas? El propio afectado lo dijo claro en antena: “Podría haber reventado las fiestas, pero me pudo más la conciencia”. ¿Y la conciencia de quienes debían protegernos?
El Ayuntamiento de Telde, la Dirección General de Salud Pública del Gobierno de Canarias, los servicios de emergencia locales… todos tienen algo que explicar. ¿Se ignoraron informes técnicos? ¿Se minimizó el riesgo por intereses económicos? ¿Se ocultó información?

La ciudadanía merece respuestas. Y sobre todo, merece garantías. Porque lo que ocurrió en Melenara no fue un hecho aislado: fue el resultado de una cadena de decisiones irresponsables. Y si no se asumen responsabilidades, se está legitimando que vuelva a ocurrir.
Este caso no puede quedar en el olvido. Es hora de exigir una investigación pública, de revisar los protocolos de seguridad litoral, y de establecer mecanismos que antepongan la vida a cualquier evento festivo. Porque como bien dijo el afectado: “No quiero que nadie pase lo que yo he pasado”.
Y eso, señores responsables, no se logra con silencio ni con excusas. Se logra con acción, con transparencia y con respeto por la vida.
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