Resuming podcast

12 de Septiembre de 2025 a las 10:28

Opinión | Cultura en Telde: mucho ruido, poca transparencia

Compartir

La cultura en Telde, bajo la batuta de Juan Martel, parece más una campaña de imagen que una política pública seria. Se habla de eventos, de programación, de inversión… pero cuando rascas un poco, lo que aparece es una gestión opaca, clientelar y bastante alejada de lo que debería ser un proyecto cultural con sentido.

Publicidad institucional: ¿difusión o premio a los amigos?

Uno de los puntos más turbios es el uso del dinero público en publicidad. A través de Gestel, la empresa municipal que gestiona buena parte del presupuesto de Cultura, se reparten campañas a medios de comunicación sin que nadie sepa cuánto, a quién ni por qué. ¿Hay criterios técnicos? ¿Concursos públicos? ¿Baremos de audiencia o impacto local? Nada. Silencio absoluto.

Lo que sí se sabe —porque salta a la vista— es que los medios críticos no ven ni un euro. En cambio, se premia a medios afines, algunos sin presencia real en Telde, con campañas que parecen más un agradecimiento político que una estrategia de comunicación.

Transparencia cero, cultura de escaparate

Desde hace tiempo, colectivos ciudadanos y concejales de la oposición vienen pidiendo algo tan básico como un desglose del gasto publicitario. ¿Cuánto se ha invertido? ¿En qué medios? ¿Con qué criterios? ¿Dónde están las facturas, los contratos, las campañas? Todo eso debería estar publicado, como exige la Ley de Transparencia. Pero no lo está.

Y mientras tanto, se presume de programación cultural. Pero ¿qué tipo de cultura se está promoviendo? Eventos sin contenido, sin participación de creadores locales, sin espacios de reflexión ni inclusión. Mucha foto, mucho cartel, pero poca sustancia.

¿Cultura o propaganda?

La sensación es clara: se está usando el presupuesto cultural para blindar políticamente una gestión que no resiste el escrutinio. La publicidad institucional se convierte en una herramienta para premiar el silencio y castigar la crítica. Y eso, en democracia, es inaceptable.

La cultura no puede ser una fachada ni una moneda de cambio. Tiene que ser plural, abierta, transparente. Y sobre todo, tiene que estar al servicio de la ciudadanía, no de los intereses de Juan Martel.

Por El Faro