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28 de Julio de 2025 a las 09:00

Opinión | El Cabildo de Gran Canaria: la réplica de un engaño político

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Veinte años después de la ruptura que dio origen a Nueva Canarias (NC), la historia parece repetir su peor capítulo. En 2005, una facción liderada por Román Rodríguez abandonó Coalición Canaria (CC) alegando que el partido había traicionado los principios del nacionalismo progresista. NC nació con la promesa de renovar el panorama político insular, desterrar el caciquismo y devolver el protagonismo a los municipios. Hoy, el relato se desmorona. Aquellos que prometieron cambiar las reglas han terminado construyendo una maquinaria idéntica —y quizás más estanca— que la que juraron combatir.

Diario de Lanzarote

El Cabildo de Gran Canaria, bajo el liderazgo continuado de Antonio Morales, se presenta como la gran obra institucional del proyecto eco-insular. Pero tras las campañas institucionales y los eslóganes, lo que se evidencia es una gestión marcada por el inmovilismo, el clientelismo y la instrumentalización de la estructura insular para fines partidistas.

Los presupuestos alcanzan cifras récord, pero la ejecución de proyectos estratégicos continúa atascada. El Salto de Chira, anunciado como salvación energética, se ha convertido en fuente de polémica y litigio técnico. El tren de Gran Canaria sigue siendo un símbolo del estancamiento. Mientras tanto, la pobreza estructural se cronifica y las promesas de infraestructuras sociosanitarias no se materializan.

Lo más grave no son los errores de gestión, sino la deriva ética del proyecto. Nueva Canarias ha dejado de ser una alternativa progresista y se ha transformado en un aparato con prácticas excluyentes, pactos con tránsfugas y una dirección política más centrada en conservar espacios de poder que en generar cambios reales.

La reciente escisión liderada por Teodoro Sosa —que ahora encabeza un nuevo movimiento municipalista— es prueba inequívoca de que el ciclo ha vuelto a girar sobre sí mismo. Tal como sucedió en 2005, los rupturistas de hoy denuncian las mismas prácticas que ayer denunciaron sus predecesores. Ironía o hipocresía, el resultado es el mismo: una ciudadanía decepcionada, una institucionalidad debilitada y una visión de isla que se queda en el titular.

Antonio Morales podría presentarse nuevamente en 2027, pero ya no como símbolo de renovación, sino como figura de contención ante el desmoronamiento político de su propia formación. Coalición Canaria, por su parte, observa desde la distancia, lista para ocupar los espacios que otros vaciaron con promesas incumplidas.

Lo que hoy vive el Cabildo de Gran Canaria no es una etapa más del ciclo político. Es el reflejo de una traición ideológica que comenzó en 2005 y que ahora muestra su forma más cruda. La pregunta que queda por responder no es qué partido ganará en 2027, sino si algún proyecto político será capaz de devolverle al Cabildo su función original: servir al interés general de Gran Canaria.

El Faro