9 de Diciembre de 2024 a las 01:03
La reciente polémica en las fiestas de Jinámar ha dejado en evidencia la pésima gestión del Patronato de Fiestas de la Caña Dulce, cuya organización no solo ha sido caótica, sino que ha faltado al respeto de manera flagrante al alcalde de Telde, Juan Antonio Peña. Un primer edil que, de manera constante, ha demostrado sensibilidad hacia quienes sufren con los estruendos pirotécnicos, sean personas o animales, ha sido ignorado en sus llamados a una celebración más inclusiva y respetuosa.
El estruendo como acto deliberado
La traca de voladores que duró más de 10 minutos durante la procesión de la Virgen no parece ser un simple descuido. Al contrario, todo apunta a una decisión calculada por parte del Patronato para desafiar al alcalde, sin importar las consecuencias para los asistentes. Más allá de cualquier disputa política, el resultado fue una completa falta de empatía hacia los vecinos más vulnerables, desde niños con sensibilidad auditiva hasta personas mayores y animales domésticos que padecieron el ensordecedor estruendo.
Intereses económicos por encima de las tradiciones familiares
Pero el despropósito no termina ahí. El Patronato de Fiestas también dejó a los niños sin atracciones durante las celebraciones, priorizando lo económico sobre la esencia misma de unas fiestas populares. Exigir 600 euros a los feriantes como condición para participar en las fiestas es una decisión que carece de lógica y atenta contra el espíritu comunitario de estas celebraciones. ¿Qué clase de organización antepone sus propios intereses al disfrute de los más pequeños?
La necesidad de un cambio de rumbo
El Ayuntamiento de Telde, liderado por Juan Antonio Peña, debe tomar cartas en el asunto y recuperar la gestión de estas fiestas, que han quedado en manos de un Patronato que actúa más por conveniencia personal que por el bien común. Es inadmisible que una festividad que debería unir a la comunidad termine generando discordia y exclusión.
Como bien dijo el alcalde: “Caminemos hacia un mundo más inclusivo”. Las tradiciones deben evolucionar para adaptarse a los tiempos actuales, sin perder su esencia, pero garantizando que sean accesibles para todos. En este caso, el Patronato de Fiestas de la Caña Dulce no solo ha demostrado incapacidad, sino también un desprecio hacia los valores de convivencia y respeto que deberían primar en estas celebraciones.
El Ayuntamiento debe actuar con determinación para que las fiestas de Jinámar vuelvan a ser motivo de orgullo para todos los vecinos, sin estruendos innecesarios, sin imposiciones económicas injustas y con una organización que realmente se preocupe por el bienestar colectivo.