3 de Mayo de 2025 a las 10:40
A veces la realidad no necesita adornos para ser escandalosa. En Salinetas, Telde, convivimos con un riesgo químico-industrial disfrazado de normalidad. Allí, en pleno entorno urbano, opera la planta de almacenamiento de combustibles de DISA. Sí, justo al lado de viviendas, calles transitadas y, por si faltara ironía, ¡un Mercadona! Una situación que desafía la lógica, la seguridad y hasta el respeto por la inteligencia de los ciudadanos.
Mercadona Disa Salinetas
DISA no es una pequeña empresa. Es una de las grandes del sector energético en Canarias, con una división de logística que gestiona la recepción, almacenamiento y distribución de productos altamente inflamables como gasolinas, gasóleos, fuelóleos, asfaltos, butano y propano. Lo hace en todo el Archipiélago, pero en Salinetas lo hace pegada a una zona residencial. ¿Quién permite esto?
Y lo más inquietante: se habla de que la planta crecerá. De que ampliará sus instalaciones. ¿Con qué permisos? ¿Con qué garantías? ¿Y de dónde saldrán los terrenos? Todo apunta a que parte del suelo sería público. Es decir: del pueblo. ¿Vamos a seguir cediendo espacio común para expandir un riesgo?
Los expertos ya han avisado: un accidente en esa planta podría generar una deflagración con un radio de hasta 8 kilómetros. Medio Telde estaría en riesgo. Pero aquí no hay evacuaciones simuladas, ni planes de emergencia conocidos, ni charlas informativas. Aquí hay silencio. Complicidad institucional. Omisión.
Mientras tanto, algunas voces autorizadas se escudan en que “todo está bajo control”, en que “DISA cumple la normativa”. Pero la pregunta es otra: ¿debería existir esa planta ahí, hoy, en 2025, con el desarrollo urbano que tiene Telde? ¿Y quién responde si algo sale mal?
Desde Radio Aventura Siglo 21 queremos ser altavoz de una preocupación vecinal que no es nueva, pero sí cada vez más urgente. No estamos en contra del empleo ni de la actividad económica. Pero sí exigimos responsabilidad. Exigimos que el interés de una empresa no esté por encima del derecho de la ciudadanía a vivir segura.
Porque si un día salta la chispa, no valdrán los comunicados ni las indemnizaciones. Valdrá saber quién lo permitió. Y eso sí que no se olvida.
El Cernícalo