17 de Octubre de 2025 a las 13:36
La Plaza de San Juan, ese rincón de piedra y memoria, hoy se convierte en un escaparate de vino, tapa y reguetón. Lo llaman “Gran Noche de Vinos, Tapas y Música”, pero bien podría titularse “La Gran Noche del Patrimonio Ultrajado”. Porque cuando el Ayuntamiento de Telde decide que el conjunto histórico-artístico más emblemático del municipio es el lugar ideal para montar una feria gastronómica con DJ Cholo y Señor Natilla, no estamos ante una apuesta cultural: estamos ante un atentado institucional con denominación de origen.
¿Promoción del producto local? ¿Impulso a la economía? ¿Experiencia enogastronómica? No, señores. Esto es convertir el alma de Telde en un bodegón con luces LED. Es como si alguien decidiera celebrar una cata de ron en el interior de la Catedral de Burgos porque “el entorno es privilegiado”. ¿Y por qué no? Total, si el patrimonio solo sirve para decorar el fondo de selfies y stories, ¿qué más da que se le derrame encima un poco de vino tinto?
La ampliación del evento, con más expositores y más espacio, no es una mejora: es una colonización. Cada puesto de tapas que se instala en la plaza es una baldosa de dignidad que se arranca. Cada altavoz que retumba entre los muros centenarios es una bofetada sonora al silencio que debería reinar en un lugar de culto, historia y respeto.
Y mientras tanto, los responsables institucionales brindan. Brindan por el éxito, por la afluencia, por la “puesta en valor” del patrimonio. Brindan con vino, claro. Porque el patrimonio, en Telde, se marida con Tempranillo y se digiere con música enlatada. Y si alguien protesta, que se calle: que no estropee la fiesta. Que no moleste al DJ.
¿San Juan como destino enogastronómico? No, gracias. San Juan es un conjunto histórico, no una carta de restaurante. No se puede poner en valor lo que se está desvalorizando con cada evento que lo trivializa. La cultura no es ruido, ni tapa, ni copa. La cultura es respeto. Y el turismo, si no respeta, es invasión.
Así que brindemos, sí. Brindemos por la memoria que se pierde, por la dignidad que se sirve en platos de plástico, por el patrimonio que se convierte en fondo de escenario. Brindemos con humor negro, porque ya solo nos queda reírnos para no llorar.
Maruca Sin Filtro