San Juan se desmorona… y nadie lo ve

En el corazón de Telde, donde la historia debería respirar por cada piedra, cada fachada y cada callejuela, el casco histórico de San Juan agoniza en silencio. Lo que fue declarado conjunto histórico-artístico junto a San Francisco —con la solemnidad que otorgan los papeles y los sellos institucionales— hoy se presenta como un escaparate del abandono, la desidia y la falta de respeto patrimonial.

Las casas centenarias, muchas de ellas protegidas por normativa de patrimonio, no reciben restauración ni vigilancia. En cambio, sus frontis sirven como soporte publicitario improvisado: carteles de eventos, anuncios de alquiler, promociones de productos, todo pegado sobre muros que deberían ser tratados como testigos de nuestra memoria colectiva. Es como si el patrimonio fuera un corcho urbano donde cualquiera clava su mensaje, sin que el Ayuntamiento, Cultura o Patrimonio muevan un dedo.

La imagen lo evidencia sin necesidad de palabras: desconchados, humedad, cables colgando, y sobre todo, esa invasión gráfica que convierte lo histórico en vulgar. ¿Dónde están los técnicos de patrimonio? ¿Dónde los planes de conservación? ¿Dónde la voluntad política para proteger lo que nos define como ciudad?

San Juan no necesita más actos simbólicos ni visitas institucionales con fotos para la prensa. Necesita limpieza, restauración, vigilancia y respeto. Porque si el patrimonio se convierte en soporte publicitario, lo que estamos vendiendo es nuestra propia decadencia.

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