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1 de Septiembre de 2024 a las 23:05

Telde: El lado oscuro de las fiestas populares en los barrios

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En Telde, un municipio con más de 60 barrios, las fiestas locales son una tradición profundamente arraigada. Cada comunidad, sin importar su tamaño, organiza sus propias celebraciones, llenando las calles de música, alegría y convivencia. Sin embargo, detrás de estas festividades, que deberían ser motivo de unión y orgullo local, se esconde un negocio turbio que ha proliferado a costa de la buena fe de los comerciantes: la publicidad en los programas de fiestas.

 

Lo que aparenta ser una actividad comunitaria para reforzar el sentido de pertenencia, en muchos casos se convierte en un pretexto para que ciertos organizadores se llenen los bolsillos a costa de los negocios locales. Estos "promotores", con la promesa de ofrecer visibilidad a los comercios del barrio, se acercan a los empresarios con la oferta de insertar sus anuncios en los programas de fiestas. El discurso es seductor: se promete una amplia difusión del programa, que se dice será distribuido no solo en el barrio, sino en gran parte del municipio. Sin embargo, la realidad es muy diferente.

En muchos casos, la tirada de estos programas es ínfima, apenas entre 100 y 150 copias, aunque se asegura a los anunciantes que se imprimirán muchas más. Este es solo el primer engaño. La realidad es que la mayoría de estos programas terminan en un cajón, lejos de tener la repercusión que se les prometió a los comerciantes que confiaron en la palabra de estos organizadores.

La cuestión se torna aún más preocupante cuando consideramos la legalidad de estas prácticas. ¿Están estos organizadores de fiestas registrados correctamente para contratar publicidad? ¿Se emiten facturas a los anunciantes? La respuesta, en demasiadas ocasiones, es un rotundo no. Lo que ocurre en muchos barrios de Telde es un claro caso de economía sumergida, donde se maneja dinero sin control ni transparencia, perjudicando a las empresas de publicidad que operan de manera legal y tributan por ello.

Estas prácticas no solo suponen un engaño para los comerciantes que buscan promocionarse, sino que también socavan la competencia justa. Las empresas de publicidad establecidas, que pagan sus impuestos y siguen las normativas vigentes, se ven injustamente perjudicadas por esta competencia desleal. Además, la efectividad de la publicidad en estos programas de fiestas es prácticamente nula en la mayoría de los casos. En una era donde la publicidad requiere estrategias sofisticadas y dirigidas, confiar en la difusión limitada de un programa de barrio es, cuanto menos, un desperdicio de recursos.

Pero el problema va más allá de la simple falta de transparencia. En muchos casos, no se rinde cuentas de lo recaudado ni de cómo se gasta el dinero obtenido. Las ganancias desaparecen sin dejar rastro, sin que nadie sepa exactamente a dónde van a parar. Este vacío de responsabilidad debería encender las alarmas de las autoridades fiscales, que hasta ahora parecen haber hecho la vista gorda ante estas prácticas irregulares.

Es urgente que Hacienda y las autoridades competentes pongan la lupa sobre lo que ocurre en las fiestas de los barrios de Telde. Es inaceptable que bajo el pretexto de fomentar la cultura y la tradición, algunos se enriquezcan a espaldas de los comerciantes y del Estado. La comunidad merece fiestas organizadas de manera honesta y transparente, donde el dinero recaudado se utilice de forma adecuada y donde los comerciantes que decidan apoyar estos eventos reciban lo que se les promete.

Las fiestas de los barrios de Telde deberían ser una celebración de la comunidad, no una oportunidad para el fraude. Es hora de que se actúe con contundencia para proteger a los comerciantes, a las empresas de publicidad y, sobre todo, la integridad de nuestras celebraciones locales.