13 de Agosto de 2024 a las 20:22
Recientemente, durante uno de mis paseos por la zona de San Gregorio, me encontré con una situación que refleja perfectamente el estado actual del municipio. Una señora, en lugar de caminar por la acera, se desplazaba por la calle, justo por donde pasan los vehículos. Al detenerme para preguntarle si necesitaba ayuda, su respuesta fue tan sorprendente como preocupante: "Voy más segura por la calle que por la acera". Es decir, esta vecina de Telde prefería arriesgarse entre los coches antes que enfrentarse a las aceras mal diseñadas y peligrosas.
Telde: Un Municipio abandonado por la corrupción y el desinterés
Por Carmelo Martín, Director de Radio Aventura Siglo 21
Desde hace muchos años, he recorrido las calles de Telde, un municipio que llevo en el corazón. Aunque nací en San Juan, fue San Gregorio el lugar que me acogió desde niño, donde pasé mi infancia junto a mis abuelos maternos. Hoy, fiel a mis raíces, paseo casi a diario por estas calles que me vieron crecer. Sin embargo, lo que debería ser un recorrido nostálgico y lleno de recuerdos, se ha convertido en una experiencia frustrante y preocupante.
A pesar de que han llegado muchas partidas presupuestarias para acondicionar la ciudad y hacerla accesible —fondos provenientes del municipio, del Cabildo, del Gobierno de Canarias e incluso de la Unión Europea—, los resultados son desoladores. No estamos hablando de un problema reciente, sino de una situación que se arrastra desde hace años. A pesar del dinero asignado para mejorar la accesibilidad en Telde, las obras realizadas están malhechas o, en muchos casos, ni siquiera existen.
Recientemente, durante uno de mis paseos por la zona de San Gregorio, me encontré con una situación que refleja perfectamente el estado actual del municipio. Una señora, en lugar de caminar por la acera, se desplazaba por la calle, justo por donde pasan los vehículos. Al detenerme para preguntarle si necesitaba ayuda, su respuesta fue tan sorprendente como preocupante: "Voy más segura por la calle que por la acera". Es decir, esta vecina de Telde prefería arriesgarse entre los coches antes que enfrentarse a las aceras mal diseñadas y peligrosas.
Este incidente no es un caso aislado, sino un síntoma del abandono y la negligencia con la que se ha tratado el tema de la accesibilidad en Telde. Las aceras, en lugar de ser seguras y accesibles, se han convertido en obstáculos, en trampas que amenazan la seguridad de quienes más las necesitan. ¿Cómo es posible que, después de tantos años y con tantos recursos destinados a mejorar la accesibilidad, la situación siga siendo tan precaria?
La respuesta a esta pregunta nos lleva inevitablemente a la corrupción y a la falta de transparencia. Es fácil culpar al gobierno actual por la situación, pero la realidad es que la culpa recae en aquellos sinvergüenzas que, en lugar de cumplir con su deber, han desviado los fondos para fines desconocidos. Las obras malhechas o inexistentes son la prueba más clara de esta mala gestión. ¿Dónde está ese dinero? ¿Por qué no se ha invertido adecuadamente en mejorar las infraestructuras de Telde? Estas son preguntas que exigen respuestas y, más aún, acciones contundentes.
Es inaceptable que, en pleno siglo XXI, un municipio como Telde, que ha recibido abundantes recursos para mejorar su accesibilidad, continúe ofreciendo unas condiciones tan deplorables para sus ciudadanos. Las personas con movilidad reducida, así como cualquier vecino, merecen poder desplazarse con seguridad y dignidad por su ciudad. Y sin embargo, lo que encuentran son aceras peligrosas, rampas mal diseñadas y una falta total de consideración hacia sus necesidades.
Este no es solo un problema de infraestructura, es un problema de derechos humanos. Es una cuestión de justicia, de respeto y de cumplir con las promesas hechas a la ciudadanía. Telde necesita urgentemente una auditoría completa de los fondos destinados a la accesibilidad y, lo que es más importante, un compromiso real por parte de las autoridades para corregir estos graves errores.
La accesibilidad no debería ser un lujo, sino una realidad garantizada para todos. El dinero destinado a mejorar Telde no debe ser un simple número en un presupuesto, sino una herramienta para construir una ciudad más justa, segura y accesible para todos sus habitantes. Y hasta que eso no se logre, no podemos quedarnos callados. La ciudadanía merece respuestas, y sobre todo, merece una ciudad que esté a la altura de sus necesidades y derechos.