21 de Mayo de 2025 a las 14:56
Se presentan como veteranos de guerra ambiental, como los guardianes del barranco y los escuderos de la flora autóctona. Dicen tener cuatro décadas de “lucha ecologista”, pero una se pregunta: ¿lucha contra qué, exactamente? Porque tras hojear su nuevo libro “Memorándum” y asistir a su acto de presentación —más parecido a una canonización que a una rendición de cuentas—, lo que queda claro es que Turcón lleva años siendo más archivo que activismo. Más recuerdo que reacción.
¿Dónde estaban cuando se entubaban barrancos sin piedad en Telde? ¿Cuántas veces alzaron la voz contra los vertidos ilegales en La Herradura, en Jinámar o en Hoya Caldereta? ¿Dónde están los titulares de prensa que nos hablen de victorias legales, de sentencias condenatorias, de corruptos medioambientales entre rejas gracias a sus denuncias? Porque si lo más sonado en 40 años ha sido el entubamiento del barranco de La Mina y una sentencia en Jinámar hace más de una década, algo nos huele… y no precisamente a monteverde.
La ciudadanía ya no se traga el discurso del ecologismo de PowerPoint. Ese que se presenta con proyector, que organiza excursiones a cambio de subvenciones y que se indigna solo cuando no hay que señalar a ningún concejal amigo. Porque Turcón ha mutado: de colectivo combativo a ONG decorativa. De resistencia a representación institucional. De trinchera a tenderete.
El colmo, amiga, es verlos desfilar junto a Nueva Canarias-Bloque Canarista, ese partido que ha gestionado durante años el urbanismo de Telde como quien juega al Monopoly con las fichas del territorio. Van de la mano por Las Canteras con pancartas verdes mientras en sus municipios se apilan toneladas de basura en zonas protegidas. Pero claro, denunciar eso implicaría incomodar a sus socios. Y la naturaleza puede ser muy importante, pero las amistades políticas… más.
El nuevo libro de Turcón, dicen, es un homenaje a la memoria. Y qué memoria más selectiva, oye. Porque lo de Hoya Caldereta —una de las agresiones ambientales más graves y silenciadas del municipio— ni lo mencionan. Lo de los vertidos sin control en costa de Telde, ni tocarlo. La degradación del parque arqueológico de Tufia, mutis. ¿Habrá sido por olvido… o por conveniencia?
Educar para la vida, dicen. Pero, ¿qué se enseña cuando no se denuncia? ¿Qué se aprende cuando se normaliza el silencio ante el delito, y se canoniza la pasividad como si fuera estrategia? Lo peor no es que no hagan nada. Lo peor es que, con su silencio, lo blanquean todo.
Y mientras tanto, el medio ambiente canario sigue agonizando entre informes técnicos, pasacalles simbólicos y discursos reciclados. Pero eso sí: con mucha foto, mucha charla patrocinada y mucha caminata “interpretativa”.
Turcón no necesita un libro. Necesita un espejo. Y una brújula moral que le recuerde por qué nació.
Si molesta, es porque apunta bien.
El Cernícalo
Artículo de opinión para DNT – Diario de Noticias de Telde.