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11 de Mayo de 2025 a las 09:00

Opinión: "Caso Hoya Caldereta"

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"¿Qué les pasa a los jueces? ¿No tienen medios o no tienen voluntad? A quienes destruyen el entorno natural hay que llamarlos por su nombre: terroristas medioambientales. Y a los terroristas se les encarcela, se les impide seguir actuando y se sienta un precedente claro: aquí no se juega con el futuro de todos. ¿O es que están esperando a que destruyan más para reaccionar?"

Turcón: ecologismo a la carta y silencios que apestan a intereses.

PorSebastián del Valle 

En una tierra donde cada metro de suelo tiene historia, vida y memoria, no hay nada más indignante que ver cómo quienes dicen defender el medio ambiente lo hacen con una vara de medir selectiva. Y eso es exactamente lo que ocurre con la Asociación Ecologista Turcón-Ecologistas en Acción, que lleva años vendiendo una imagen de activismo ambiental… mientras calla ante casos tan graves como los vertidos ilegales en Hoya Caldereta, junto a la Sima de Jinámar.

Recientemente, Turcón ha denunciado las obras en el entorno del Acueducto de Tara, un bien cultural de gran valor. Una denuncia que ha sido respaldada por la Fiscalía, que investiga posibles delitos urbanísticos y contra el patrimonio. Hasta ahí, todo bien. Eso es lo que se espera de una asociación que defiende el territorio: rigor, valentía y vigilancia.

Pero, ¿y en el caso de Hoya Caldereta? ¿Dónde está Turcón? Estamos hablando de un vertedero que funcionó con la concesión caducada, que ocupó suelo protegido y ajeno, y que dañó seriamente el entorno natural. Hay investigaciones judiciales abiertas, imputados, informes técnicos demoledores, y denuncias desde hace años. ¿Y Turcón? ¿Ha dicho algo? ¿Se ha personado en la causa? ¿Ha convocado ruedas de prensa o caminatas de protesta?

No. Ni están, ni se les espera. Y eso deja un regusto amargo.

Porque lo que no se puede permitir es que una asociación que presume de ecologista actúe según quién esté detrás de las obras, del dinero o del poder. Que denuncie con fuerza cuando le conviene, y calle cuando el asunto incomoda. Que se convierta en un actor más del teatro político en lugar de ser la voz firme de la defensa del territorio.

Esto no es ecologismo. Es postureo. Es una farsa.

Turcón ha demostrado con su actitud que no siempre está del lado del medio ambiente. A veces, simplemente está del lado del interés. Y eso los desacredita profundamente ante una ciudadanía que necesita, más que nunca, voces limpias, valientes y comprometidas de verdad.

Porque callar ante un delito ecológico es ser cómplice. Y seleccionar qué batallas dar, según a quién se enfrenta uno, es una forma de traición.

Gran Canaria no necesita guardianes a medias. Necesita defensa total.

Y no solo eso: también necesita justicia real. Porque lo más alarmante de todo esto es que, a pesar de que el atentado medioambiental está más que demostrado y es de una gravedad delictiva que conlleva penas de cárcel, los juzgados siguen dejando pasar el tiempo. ¿Qué les pasa a los jueces? ¿No tienen medios o no tienen voluntad? A quienes destruyen el entorno natural hay que llamarlos por su nombre: terroristas medioambientales. Y a los terroristas se les encarcela, se les impide seguir actuando y se sienta un precedente claro: aquí no se juega con el futuro de todos. ¿O es que están esperando a que destruyan más para reaccionar?