28 de Julio de 2025 a las 12:00
El Puente de los Siete Ojos, joya de la ingeniería del siglo XIX proyectada por el ilustre Juan de León y Castillo, vuelve a ser protagonista. Pero esta vez no por su arquitectura ni por su historia hidráulica, sino por una imagen que ha despertado la curiosidad de los vecinos: una camper blanca estacionada bajo sus arcos, en pleno corazón del Barranco Real de Telde.
La fotografía, captada por un residente de la zona, muestra la furgoneta en un enclave que, aunque accesible por caminos de tierra, no suele ser lugar de paso ni de descanso habitual. ¿Turismo alternativo? ¿Un vecino en busca de sombra? ¿O acaso una parada estratégica en medio de una ruta más larga?
El puente, con sus siete arcos rebajados y pilares de cantería, fue concebido para conectar territorios y facilitar el transporte terrestre en una época de expansión insular. Hoy, más de un siglo después, sigue siendo testigo de historias que se cruzan bajo su estructura. Desde senderistas que recorren el barranco hasta exploradores urbanos que buscan rincones olvidados.
Pero la presencia de la camper plantea preguntas. Algunos vecinos especulan que podría tratarse de un viajero que ha encontrado en el barranco un refugio temporal. Otros, más críticos, señalan la falta de vigilancia y el riesgo de que estos espacios patrimoniales se conviertan en zonas de acampada improvisada.
Lo cierto es que el Puente de los Siete Ojos, además de ser una obra de valor científico y patrimonial, es también un símbolo de la convivencia entre pasado y presente. Y esta imagen, tan cotidiana como desconcertante, nos recuerda que incluso los lugares más históricos pueden ser escenario de nuevas narrativas.
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