12 de Octubre de 2025 a las 13:38
Dicen que en política hay que saber esperar. Pero en Valsequillo, la espera se ha convertido en vértigo. Primero Canarias, ese proyecto aún en pañales, se enfrenta a una moción de censura antes de tener estatutos, dirección o papeleta electoral. Y ahora, tras la publicación del artículo “Primero la moción, luego el partido” y su eco en las ondas de Radio Aventura Siglo 21, las reacciones no se han hecho esperar. Nervios, llamadas, declaraciones improvisadas. El tablero tiembla.
Dicen que en política hay que saber esperar. Pero en Valsequillo, la espera se ha convertido en vértigo. Primero Canarias, ese proyecto aún en pañales, se enfrenta a una moción de censura antes de tener estatutos, dirección o papeleta electoral. Y ahora, tras la publicación del artículo “Primero la moción, luego el partido” y su eco en las ondas deRadio Aventura Siglo 21, las reacciones no se han hecho esperar. Nervios, llamadas, declaraciones improvisadas. El tablero tiembla.
Fue el personaje radiofónico Andresito, en el programa Carmelo Martín y compañía, quien el pasado jueves puso el foco sobre el asunto. Con su estilo incisivo y su olfato para la pólvora política, encendió la mecha que hoy arde en los despachos. Desde entonces, Óscar Hernández y Teodoro Sosa han entrado en modo contención, intentando frenar una moción que amenaza con desmantelar el proyecto antes de su bautizo.
Hernández, presidente de Primero Canarias, ha calificado la moción como “sin sentido” y ha apelado al “compromiso verbal” para no alterar los equilibrios locales. Verbal, sí. Como los pactos de servilleta que se firman en las sobremesas políticas. Pero cuando la aritmética municipal dice siete contra seis, los compromisos se evaporan como el café frío.
El PSOE local ya había dado su visto bueno a la moción, alegando “deterioro institucional” y “desorganización interna” en el gobierno de Francisco Atta. Pero la dirección regional ha intervenido. Sebastián “Chano” Franquis, secretario general del PSOE de Gran Canaria, ha frenado la maniobra con una declaración tajante:
“Esa decisión no es competencia exclusiva de la agrupación local. También corresponde a la ejecutiva insular y regional. Por tanto, el partido no ha avalado esa moción.”
Con esta frase, Franquis desautoriza a los concejales socialistas que pretendían firmar la moción. El mensaje es claro: no se toca Valsequillo sin permiso de la cúpula. Y el permiso, por ahora, no existe.
Valsequillo se convierte así en laboratorio político. Un municipio donde se juega el pulso entre lo local y lo insular, entre el nacimiento y la censura, entre el compromiso verbal y la aritmética implacable. Y mientras tanto, el reloj sigue corriendo. Porque en este tablero, cada movimiento cuenta. Y algunos ya sudan como Kasparov en partida relámpago.
EDITORIAL/detelde.es