16 de Marzo de 2024 a las 12:35
En Telde, un monumento que respira historia y conmemora el paso del tiempo, la Cruz del Siglo, se encuentra enclavado en lo alto de la montaña Las Palmas. Un símbolo erigido con motivo del cambio de siglo, testigo mudo de décadas y generaciones, ha sufrido Durante la madrugada del viernes al sábado, 16 de marzo, un atentado de vandalismo que clama justicia.
Este sábado, el amanecer desnudó la brutalidad de unos gamberros sin conciencia que, despojados de cualquier respeto por el legado histórico y natural, profanaron la majestuosidad de este emblema. La Cruz del Siglo, erigida en 1900 y sometida a mejoras en 1947 y 1990, ha sido víctima de la desidia y la falta de civismo.
La ruta hacia este tesoro histórico, desde Las Palmas de Gran Canaria hasta su cima, revela un camino tortuoso, no solo físicamente, sino también en su lucha contra los saqueadores del patrimonio ambiental. A través de recovecos y caminos, el viajero se topa con una inscripción en la base del pedestal, marcando las fechas de su restauración, un recordatorio de su valor y fragilidad frente al paso del tiempo y la negligencia humana.
La descripción detallada de la Cruz, con sus tablones de madera de tea y su altura imponente, invita a la reflexión sobre la importancia de preservar nuestra herencia cultural y natural. Sin embargo, la realidad que se muestra en las imágenes es desoladora: una cruz enramada, sí, pero también desfigurada por actos vandálicos, despojada de su esplendor original.
Los vecinos, testigos impotentes de este acto atroz, añadieron pequeñas cruces y crucifijos como un acto de resistencia ante la barbarie. Sin embargo, la iluminación y la enramada que adornan la cruz para la festividad de mayo no pueden ocultar las heridas infligidas por manos irresponsables.
Es hora de levantar la voz enérgica contra estos atentados contra nuestro legado. Es hora de exigir responsabilidad y justicia para aquellos que, con su vandalismo, deshonran nuestra historia y degradan nuestro entorno natural. La Cruz del Siglo, emblema de nuestra identidad y memoria colectiva, merece ser protegida y venerada, no profanada y ultrajada por la insensatez de unos pocos.