3 de Noviembre de 2025 a las 17:17
Meses después de que un Volkswagen Polo rojo apareciera despeñado en el barranco de El Goro, junto a la rotonda de acceso a Tufia, el vehículo sigue en el mismo sitio. Visible, abandonado, ignorado. La hipótesis policial apunta a un acto intencionado, sin daños personales ni rastro del propietario. Pero lo que más llama la atención no es el misterio, sino la inacción.

¿De verdad no hay medios para retirarlo? ¿No hay protocolo para vehículos abandonados en espacios públicos? ¿Cuánto tiempo necesita la administración para pasar de la evaluación a la ejecución? Porque mientras se “evalúa”, el coche se oxida, la imagen se degrada y el mensaje queda claro: aquí se puede abandonar un coche en un barranco y no pasa nada.
No es solo una cuestión estética o medioambiental. Es una cuestión de credibilidad institucional. Si no se puede resolver algo tan concreto, tan visible, tan localizado… ¿qué confianza puede tener el ciudadano en que se atiendan los problemas más complejos?
El coche sigue ahí. Y cada día que pasa, también lo hace la pregunta: ¿quién responde?
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